Otra foto de Deschamps en la parte alta de la Rambla de Figueres. Esta vez, la imagen está tomada desde otro ángulo. No sabemos cual de las dos realizó primero.
El hombre, que antes aparecía sentado solo, ahora está acompañado por unos soldados. Supongo que este personaje central también lo es. En esta nueva fotografía, podemos distinguir que no tiene un sólo bastón, sino dos. Posiblemente se trata de un herido. A su lado, un compañero busca algo en el bolsillo interior de su abrigo. Tras ellos, un soldado con chaqueta de cuero fuma apoyado sobre el muro del refugio. Acaba de soltar una bocanada de humo, a través de la que mira al fotógrafo.
En el otro extremo del grupo, otro soldado, con la misma indumentaria, mira también al fotógrafo -y ahora también a nosotros- con las manos en el cinto.
Entre ese grupo y el fotógrafo, otro soldado de aspecto desaliñado mira a algo fuera del encuadre, a la derecha de la imagen. Llama la atención la irregular uniformidad de los hombres y el hecho de que todos aparenten estar desarmados. Podría tratarse de un grupo de prisioneros custodiados relajadamente por los soldados con chaqueta de cuero.
Los cristales rotos y los balcones abiertos de algunas de las viviendas del fondo, dan cuenta de las duras vivencias de los últimos años.
El jefe de todo esto y, además, del Estado. A sus pies, despojos, producto del abandono o el saqueo, dan cuenta de los acontecimientos de los últimos días (por cierto, intenten distinguir una bota). Creo que este reencuadre es el más significativo de todos. Entre estos desperdicios del botín y el cartel hay una recíproca relación de causa y efecto.
Por la parte inferior izquierda, se cuela una mano que sostiene un cigarrillo. Existe una moda que rige la manera de sujetar un cigarrillo. Esta mano lo hace como solo se hacía entonces. Detrás, más papeles abandonados.
El hombre, que antes aparecía sentado solo, ahora está acompañado por unos soldados. Supongo que este personaje central también lo es. En esta nueva fotografía, podemos distinguir que no tiene un sólo bastón, sino dos. Posiblemente se trata de un herido. A su lado, un compañero busca algo en el bolsillo interior de su abrigo. Tras ellos, un soldado con chaqueta de cuero fuma apoyado sobre el muro del refugio. Acaba de soltar una bocanada de humo, a través de la que mira al fotógrafo.
En el otro extremo del grupo, otro soldado, con la misma indumentaria, mira también al fotógrafo -y ahora también a nosotros- con las manos en el cinto.
Entre ese grupo y el fotógrafo, otro soldado de aspecto desaliñado mira a algo fuera del encuadre, a la derecha de la imagen. Llama la atención la irregular uniformidad de los hombres y el hecho de que todos aparenten estar desarmados. Podría tratarse de un grupo de prisioneros custodiados relajadamente por los soldados con chaqueta de cuero.
Los cristales rotos y los balcones abiertos de algunas de las viviendas del fondo, dan cuenta de las duras vivencias de los últimos años.
El jefe de todo esto y, además, del Estado. A sus pies, despojos, producto del abandono o el saqueo, dan cuenta de los acontecimientos de los últimos días (por cierto, intenten distinguir una bota). Creo que este reencuadre es el más significativo de todos. Entre estos desperdicios del botín y el cartel hay una recíproca relación de causa y efecto.
Por la parte inferior izquierda, se cuela una mano que sostiene un cigarrillo. Existe una moda que rige la manera de sujetar un cigarrillo. Esta mano lo hace como solo se hacía entonces. Detrás, más papeles abandonados.
Muy significativo el plano de la foto de Franco y los despojos del suelo...
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