Tangentes. Miquel Pedrola


Hace unos días apareció en el blog Altres Barcelones una noticia sobre un grafito de la época de la Guerra Civil en una calle de la Barceloneta. Conocía la pintada y hacía ya tiempo que seguía el blog de Dani Cortijo, donde se publicaba la crónica. Eso me sirvió de excusa para ponerme en contacto con él y, de paso, compartir la información que había podido recoger sobre este tema. Esa pintada me la había enseñado años atrás Martí Llorens. Desde entonces no he perdido la oportunidad de mostrarla a los amigos, forasteros o no, con los que paseo por la ciudad.
Durante una temporada constituyeron, junto con la pintada de la plaza Sant Josep Oriol, los únicos grafiti del período de la guerra que existían en la Ciudad. Por cierto que este último hace una extraña pareja con la contigua lápida del Milagro del Puentecito. Si aun no la conocen, no deberían perdersela.

Más adelante, mientras investigaba en el fondo Brangulí, del Arxiu Nacional de Catalunya, tropecé con tres fotografías. En seguida me di cuenta que se trataban de imágenes del acto de consagración de la plaza y la calle a un tal M. Pedrola. Junto a la efigie de Lenin, se asomaba el joven Pedrola. La pintada empezaba a tener rostro.


La iglesia de Sant Miquel aparece cubierta con las efigies de Lenin y Pedrola. Una tela en la tribuna lleva las iniciales del POUM. Entre la multitud, una gorra de plato. En primer término, alguien sostiene una niña de blanco.
No aparece el lado izquierdo de la fachada, pero no es de esperar, que tratándose de un acto del POUM, el retrato que cubre el lado oculto de la fachada fuese Stalin.
Un orador se dirige a los asistentes con el puño en alto. Sabemos, por Dani Cortijo, que el lider del POUM, Wilebaldo Solano, que en la actualidad tiene 93 años, estaba allí. Es uno de los que aparecen tras la mesa, sino el propio orador. Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya. Fons Brangulí (Fotógrafs)

En el Arxiu del Pavelló de la República, pude localizar un documento que, supongo, se repartió durante aquel homenaje. Ya teníamos la fotografía a partir de la que se dibujó el retrato. Es extraordinaria la similitud del cartón con la estampa de un santo.

Durante un tiempo, esta estampa de Miguel Pedrola estuvo colgada de alguna pared con una chincheta. Fuente: Biblioteca del Pavelló de la República (Universitat de Barcelona)

Hace unos días regresé aquella plaza para volver a hacer una foto. Pude comprobar que, en el lugar donde uno de los Bragulí se encaramó para realizar sus fotografías, hay ahora un banco moderno. Realizando este proyecto de volver a fotografiar fotografías, me he dado cuenta de que no sólo las imágenes antiguas te indican el lugar desde donde éstas se tomaron, sino que la ciudad, en muchos casos, te ayuda a acceder a esas coordenadas.

Con esto me apunto a la campaña que Dani Cortijo ha inicado para salvar esta pintada. Una iniciativa a la que ya se han sumado muchas personas y agrupaciones. Confío, además, que el proceso se lleve a cabo con los criterios museográficos necesarios. No deseo aparecer excesivamente suspicaz con este comentario. Pero la experiencia reciente ha enseñado que, con frecuencia se confunde una consolidación con un simple repinte -como en el caso de la ya malograda pintada del Milicià Desconegut, a la que me he referido antes-, o se hacen pasar unos trabajos elementales e imprescindibles de documentación y planimetría, por el rescate de restos arqueológicos próximos a su demolición -como, sin duda sucederá con la porción del Rec Comtal y otros hallazgos de época anterior, junto al Arc de Trionf.

Por cierto, hace un par de años apareció por breves instantes esta otra pintada en la calle Pau Claris. Debía datar de los primeros meses de 1939. Cuando letreros como este eran necesarios para limpiar o afianzar el CV del propietario del local. Posiblemente aún siga ahí. Bajo una capa de pintura.

Una nota final. Posiblemente ya vaya siendo hora de agradecer al equipo del Arxiu Nacional de Catalunya su ayuda para la confección, no sólo de esta entrada, sino de gran parte de este blog. Especialmente quiero expresar mi gratitud a Imma Navarro y Conxi Petit. También debe constar la participación del Arxiu del Pavelló de la República y su directora, Lourdes Prades.

Detalles 3. Las enfermeras del Café Excelsior


Una gran rama caída en medio de la Rambla. Seguimos con las fotografías de Albert Louis Deschamps expuestas en la instalación Patrimoni, en Figueres, en febrero de 2009. Esta es la que lleva como referencia FOTOGRAFIAS-DESCHAMPS,FOTO.020 en su archivo, el Centro Documental para la Memoria Histórica. No sabemos si la rama ha sido arrancada por efecto de una bomba, o si ha sido cortada para obtener leña.

En el extremo derecho de la imagen un hombre sentado al sol en un banco del paseo. Parece que está leyendo algo. Frente a él, otro hombre con cazadora y boina se gira hacia atrás mientras camina. Parece que lleva un cigarrillo en la mano. Entre ellos, una vagoneta volcada bajo el arco que aún forman unos cipreses.

Tras la gran rama caída en medio de la Rambla, un hombre pensativo sentado sobre un pedrusco. En la pared, el mismo cartel que ya había aparecido antes. Lo recuerdan?

A través de las ramas vemos, frente al refugio, un grupo de soldados. Es la tercera vez que aparece en esta serie de Deschamps.

Dos mujeres con delantales blancos junto a un hombre, a la puerta del Café Excelsior. Podrían tratarse de enfermeras. Es posible que ese café fuera convertido en hospital de campaña. Esto explicaría la presencia de tantos hombre uniformados y sin armas en la calle. Serían heridos convalecientes. Alguien se abrocha la chaqueta mientras camina Rambla abajo. Es la única persona que tiene una actitud decidida, de todos los que aparecen en esta fotografía.

A la izquierda de la imagen, un grupo de hombres, ante una construcción. Vamos a acercarnos un poco más.

Todos están ociosos, abrigados y desarmados. Alguien se dirige, distraidamente, hacia donde está el fotógrafo.

Prestemos atención a la construcción. Junto a ella hay una escalera para acceder al tejado. En él, un par de pilas de tierra. Sabemos, por manuales de defensa pasiva y por otras fotografías, que los refugios se solían cubrir con la tierra que se había extraído durante su construcción. Así se aumentaba el grosor de la protección ante un impacto. Este refugio se ha quedado a medias. En el extremo de la construcción, un objeto cuadrado con un círculo en el centro. Es un gran altavoz. No sabemos si había servido para avisar de las alarmas de bombardeo, o si ha sido instalado recientemente por las tropas conquistadoras. La escalera hace pensar más bien eso. En cualquier caso, anuncia el cambio hacia un nuevo estado de las cosas.

Lecciones de Barcelona

Gran Vía-Balmes. Marzo, 1938. Kati Horna. (MCU, CDMH)

Kati Horna (Hungría, 1912-México, 2000) estuvo en España unos meses, entre 1937 y 1938. Como otros foto-reporteros centroeuropeos, había llegado aquí, tras su paso por París. Llegaba movida por el ascenso del nazismo y motivada por la lucha antifascista. Durante el tiempo que estuvo aquí, colaboró con revistas de órbita anarquista y realizó encargos para el Gobierno. Son especialmente interesantes sus fotografías del Barrio Chino. En ellas retrata la frágil vida cotidiana en una ciudad en guerra. En ese período, también pudo registrar los efectos de los duros ataques de los días 16, 17 y 18 de marzo. Os muestro aquí un par de esas fotografías. Sus desequilibradas composiciones en diagonal nos hablan de la influencia vanguardista que traían esos fotógrafos y del caos que provocaron aquellas bombas.

Los días 16, 17 y 18 de Marzo de 1938, la aviación italiana realizó un ensayo, dentro de su campaña de guerra franquiciada. Se trataba de atacar Barcelona, de manera constante durante tres días. No se había hecho nunca. La prueba se hizo con éxito. El colapso de la ciudad fue total. La constancia de los sucesivos bombardeos hacía que las alarmas no sirvieran para otra cosa que aterrorizar aun más a los ciudadanos, que no sabían si éstas avisaban de un nuevo ataque, o si anunciaban el final del peligro.


Después, se iniciaron los análisis, por parte de las diferentes autoridades implicadas, o simplemente interesadas, en esta nueva manera de hacer la guerra. A parte de la documentación generada por las dos Juntas de Defensa Pasiva, la Local, dependiente del Ayuntamiento, y la Central, dependiente de la Generalitat, se conservan dos estudios particularmente interesantes sobre esos ataques:
ARP (air raid precautions) Lessons from Barcelona. Some hints for local authorities and for the private citzens. Un informe realizado por encargo de gobierno británico, a cargo del militar Noel de Putron MacRoberts, tras su visita a la ciudad en abril de 1938. Publicado recientemente por la Fundación Carles Pi i Sunyer.
Air Raid - the Technique of Silent-Approach High-Explosive Panic, Routledge, Londres, junio 1938. Reeditado por Haskell House Publishers, en 1975. Lo pueden encontrar en la Biblioteca del Pavelló de la República.

Informe de la Junta Central de Defensa Pasiva. 17 de marzo de 1938. En él se detallan las fincas afectadas por uno de los bombardeos, el que tuvo lugar entre las 13.58h y las 14.42h. Podemos ver que uno de los lugares que resultó destruido totalmente fue el teatro Novedades, en la calle Caspe, junto al paseo de Gracia -entonces Pi i Margall- y quedó parcialmente destruido el teatro Tívoli, justo enfrente. Los únicos teatros afectados durante los ataques conocidos como la bomba del Coliseum. (ANC. Fondo JCDP)

Es posible que exista también algún estudio en los archivos italianos. No lo he buscado. Pero tenemos una buena colección de las fotografías de la Aviazione Legionaria a nuestro alcance, en el Centre d'Història Contemporània de Catalunya. Se trata de las imágenes que realizaban durante los ataques. En ellas resulta tan interesante el anverso, como el reverso.

Anverso y reverso de la fotografía tomada el 30 de enero de 1938, a las 11.20h por la aviacion italiana. El humo señala la explosión de una bomba en la plaza Sant Felip Neri. A esa hora, los servicios de ayuda, estaban rescatando los cuerpos, muertos y vivos, de las víctimas de una bomba que había caído justo allí dos horas antes -no es cierto que una bomba nunca cae donde ya lo ha hecho otra-. Se trata del primer bombardeo por saturación que se realizo sobre Barcelona. (CHCC)

Langdon-Davies, realiza una tabla en la que divide los tres días que duraron los ataques en tres categorías: pánico con peligro real -el tiempo en que los aviones sobrevuelan la ciudad y hay aviso de bombardeo-, Pánico sin peligro real -el período en el que ya han marchado los aviones, pero las alarmas no han avisado que ha pasado el peligro- y, suspense -el período entre las sucesivas alarmas. El análisis de las tablas que resultan de esta división y la cantidad de aviones que participan en cada ataque, le llevan a la conclusión de que unos veinte minutos -que es el tiempo total que están los aviones italianos sobre la ciudad, en grupos de tres o de cinco- son suficientes para colapsar cualquier otra actividad que no sea morirse de miedo, durante los 4300 minutos restantes.
Hoy en día, nuestra sociedad es incapaz de generar y leer en voz alta, análisis de este tipo -en términos de eficacia- sobre, por ejemplo, el ataque del 11M.

Gran Via. Kati Horna. Marzo de 1938. (MCU, CDMH)

Detalles 2: Maneras de sujetar un cigarrillo


Otra foto de Deschamps en la parte alta de la Rambla de Figueres. Esta vez, la imagen está tomada desde otro ángulo. No sabemos cual de las dos realizó primero.

El hombre, que antes aparecía sentado solo, ahora está acompañado por unos soldados. Supongo que este personaje central también lo es. En esta nueva fotografía, podemos distinguir que no tiene un sólo bastón, sino dos. Posiblemente se trata de un herido. A su lado, un compañero busca algo en el bolsillo interior de su abrigo. Tras ellos, un soldado con chaqueta de cuero fuma apoyado sobre el muro del refugio. Acaba de soltar una bocanada de humo, a través de la que mira al fotógrafo.

En el otro extremo del grupo, otro soldado, con la misma indumentaria, mira también al fotógrafo -y ahora también a nosotros- con las manos en el cinto.

Entre ese grupo y el fotógrafo, otro soldado de aspecto desaliñado mira a algo fuera del encuadre, a la derecha de la imagen. Llama la atención la irregular uniformidad de los hombres y el hecho de que todos aparenten estar desarmados. Podría tratarse de un grupo de prisioneros custodiados relajadamente por los soldados con chaqueta de cuero.

Los cristales rotos y los balcones abiertos de algunas de las viviendas del fondo, dan cuenta de las duras vivencias de los últimos años.

El jefe de todo esto y, además, del Estado. A sus pies, despojos, producto del abandono o el saqueo, dan cuenta de los acontecimientos de los últimos días (por cierto, intenten distinguir una bota). Creo que este reencuadre es el más significativo de todos. Entre estos desperdicios del botín y el cartel hay una recíproca relación de causa y efecto.

Por la parte inferior izquierda, se cuela una mano que sostiene un cigarrillo. Existe una moda que rige la manera de sujetar un cigarrillo. Esta mano lo hace como solo se hacía entonces. Detrás, más papeles abandonados.