LES SABATES DEL FOTÒGRAF

El pasado viernes, 30 de enero tuvo lugar la edición 0.0 de una experiencia inusual en Barcelona, Les Sabates del Fotógraf. Se trata de un especial formato de visita-taller desarrollado conjuntamente entre Arxiu Fotogràfic de Barcelona y AtelieRetaguardia.

Los componentes de AR tenemos un doble interés común: primero, por el estudio de los procesos fotográficos antiguos, pero también por el estudio de las imágenes fotográficas que estos procedimientos producían. Tanto desde el punto de vista documental como el de su riqueza visual. Este doble interés nos esta permitiendo -por fin- representar el mundo actual con uno de esos procesos ya casi ancestrales: el colodión húmedo. Son estos ambrotipos de Barcelona, nuestra ciudad, con sus -fotográficamente hablando- borrosos ciudadanos.

Barceloneta, diciembre 2008
La especial resonancia que se produce al representar con técnicas antiguas paisajes actuales, nos permite hablar, entre otras cosas, de lo que queda del pasado en el presente. Esta reflexión lleva implícita otra más interesante: qué quedará del presente en el futuro.

Esta última meditación puede ser el subtítulo del trabajo de los asistentes a este episodio piloto de Les Sabates del Fotógraf. Supongo que esa era una de las razones por la que estábamos todos ahí. Fundamentalmente dedicados a la fotografía, el Patrimonio, la docencia, o todo eso junto.

La propuesta genérica de Les Sabates del Fotógraf parte de una selección de los amplios fondos que se custodian en el Arxiu Fotogràfic de Barcelona. En concreto, el itinerario del viernes empezó en las dependencias del Arxiu Fotogràfic, en la que fue durante el siglo XVIII la Academia Militar de Matemáticas. Aunque muchos conocimos el edificio posteriormente, convertido ya en cuartel, por ubicarse allí las cajas de reclutamiento. A mi me tocaba la 414. Allí Jordi Serchs, director del AFB, presento a los asistentes la iniciativa. A continuación, Rafel Torrella, comisario de la exposición Joan Martí Belleses del XIX, nos hizo un breve recorrido por las imágenes que se mostraban hasta el día 31 de enero. Aunque recuerden, las fotografías siguen allí, junto con el resto de los fondos, donde los pueden Uds. consultar cuando quieran.

A continuación, guiados por una parte del equipo de AR y de once de las fotografías de Joan Martí, seguimos la pista de los escenarios de algunas de esas imágenes. Este recorrido nos permitió estudiar, tanto la técnica fotográfica que se utilizó, como, a partir de los lugares fotografiados, profundizar en los hechos históricos que sucedían en el momento de retratar aquellos lugares. Buscando las huellas de los zapatos de fotografo Joan Martí, pudimos transitar por algunos de los lugares de Barcelona, donde, si se presta la suficiente atención, podemos ver como se transparenta el pasado.

Cuidadela. Joan Martí, 1874
Parque de la Ciudadela, enero de 2009

Finalmente, llegamos a la Plaça Palau, Un escenario singular en aquella época, recordemos que en ese lugar se realizó la primera fotografía en España. Allí -durante el itinerario previo-, el resto del equipo de AR habían estado preparando el material, la cámara y el laboratorio portátil, para repetir con el mismo procedimiento del colodión húmedo, y ante todos los asistentes, una de las fotografías de Martí. No contentos con eso, Nos hicimos un retrato al ambrotipo frente a la la azotea del Bar Nebot, donde el 10 de noviembre de 1839 el miembro de la Real Academia de Ciencias, Sr. Alabern, realizo, con gran pompa, aquel primer daguerrotipo.

El laboratorio portátil

Rebecca vertiendo, con envidiable templanza, el colodión sobre la placa, ante la atenta mirada de algunos de los asistentes.

La imagen invertida, tal y como aparece proyectada sobre el vidrio esmerilado de la càmara.Todos atentos durante la exposición de la placa.

Creo que fueron pocos los que respiraron durante la toma. Tan solo el ciclista que paró un momento para tomarnos una foto, sin saber que, a cambio, nos habíamos quedado con su silueta transparente.

El resultado

Los asistentes posan satisfechos durante los quice segundos que, en este caso, duró la exposición.

Pueden ver más información y fotografías en el blog de otro ilustre retaguardista, xnem.

Clases de defensa Anti-gas en la Escuela Industrial



L’agudització de la guerra aèria I la intervenció molt activa per part d’Alamanya i Itàlia al costat d’en Franco va fer pensar que potser no s’hi mirarien gens a emprar gassos asfixiants. Per això la JDP va iniciar un programa d’exercicis a escoles i voluntaris mirant que fossin realistics, a l’aire lliure, etc. Amb màscares, vehicles. Ramon Parera. Dietario, noviembre de 1938 (foto ricard martínez, 2008-ramon parera, 1938)

Estas fotografías de Parera están tomadas en la Escuela Industrial de Barcelona. En ellas podemos ver cómo los voluntarios -en su mayoría adolescentes- reciben instrucciones para defender -en la medida de lo posible- a la población de los ataques de dos Estados y medio.




Clases y ejercicios de  defensa contra ataques con gases (ramon parera, 1938 Fondo Abadia de Montserrat)

Lo que queda de nosotros

Rambla de Catalunya, agosto de 1938. Fotografía de Ramón Parera, ingeniero de la Junta Central de Defensa Pasiva de la Generalitat de Catalunya. Abadía de Montserrat. Parera anota en su dietario: Refugi subterrani a la Rambla de Catalunya. Part de l’excavació i l’entrada en construcció.

Os propongo ahora que leáis estos fragmentos de un artículo de Manuel Cruz. Como sucede con Runa, aparenta tratar sobre el recuerdo, cuando, en realidad, está hablando de nosotros, y de lo que queda de nosotros.

Recordamos Mal

Bien está que haya lugares comunes, pero resulta francamente tedioso que los haya unánimes. Si los primeros se identifican con los tópicos. Los segundos son directamente banalidades, seudoeviodencias que se han incorporado al discurso ordinario hasta el límite del automatismo, que se han incrustado en nuestro lenguaje hasta hacerse imperceptibles, cargando de oscura razón nuestros enunciados, deslizando en su interior un sentido que siempre permanece velado. Así, la valoración positiva de la memoria se ha convertido de un tiempo a esta parte en uno de esos lugares comunes incuestionados, por no decir universalmente aceptados. Siempre cabe discutir acerca de si en la práctica se le presta a la evocación del pasado la intención que se merece, pero, en todo caso, lo que parece claro es que resulta insólito encontrar hoy en día a alguien que manifieste estar resueltamente en contra de la memoria o, viceversa, que reconozca ser un fervoroso partidario del olvido a cualquier precio.
(...)
Recordar no es -no puede ser- un fin en si mismo, ni constituye un valor supremo, último, que no pueda ser impugnado desde lugar alguno. El mero ejercicio de la memoria todavía no nos garantiza nada, por más que tantos se empeñen en sostener que constituye una actividad inequivocamente progresista con el argumento, ciertamente sumario, de que nos garantiza no reincidir en los errores del pasado.
(...)
No se trata, por tanto de recaer por enésima vez en la estéril contraposición entre memoria y olvido. Lo que, concretando, equivale a afirmar que si se nos formulara la siguiente pregunta: “entonces, ¿Recordamos poco o demasiado?” a mi entender sólo cabría ofrecer una respuesta: recordamos mal, y, añado, a corregir esta distorsión de la propia memoria deberíamos aplicar nuestros mayores esfuerzos.
(...)
Esto empieza a parecerse de manera inquietante a Balde Runner (con sus replicantes incapaces de dilucidar, salvo por medio de un test científico, si aquel pasado que creían recordar les pertenece realmente). De ahí mi convencimiento: si algo se trata de reivindicar no es tanto mayores dosis de memoria (que tal vez constituyeran ya auténticas sobresdosis), como algo más preciso y, sin duda, mucho más necesario: la autonomía de la memoria. Lo que se parece mucho a decir: que nos dejen recordar por nuestra cuenta de una maldita vez.

(...)
A mi me parecía -y me sigue pareciendo- que no puede ser casual (...) tanto empeño en resucitar lo perdido. Lo que sucede (...) parece estar informando de un cambio en nuestra manera de percibirnos y representarnos. El cambio en cuestión refiere directamente al pasado y al presente e, indirectamente, al futuro. Al margen de más detalles, a los que aludiré a continuación, el resultado es que el presente queda vaciado de contenido, devaluado a la simple condición de mirador desde el que contemplar el pasado. Devaluación en cierto sentido cómoda: el pasado ofrece la gran ventaja de parecer un asunto de otros, en concreto de quienes lo hicieron ser como fue. El futuro, en cambio, resulta profundamente incómodo: cualquier representación del futuro informa, con precisión de orfebre, del presente desde el que está realizada; no pasa de ser, a ojos vista, una proyección hacia adelante de los anhelos y los temores de hoy. Y tal vez sea esto lo que se pretende evitar.
(...)
Efectivamente, ha desaparecido de nuestro campo visual la idea de futuro. El tiempo venidero ha perdido los rasgos y las determinaciones que poseía aquella venerable idea, a pasar a ser el espacio de la reiteración, de la proyección exasperada del presente. Ya no es el territorio imaginario en el que habitan los proyectos, intenciones o sueños de la humanidad, sino el lugar en el que lo que hay persevera en su ser. Expresión de ese nuevo convencimiento se diría que es la forma en que nos habla de él: en clave de designio inexorable (casi naturalista), anticipándonos las curvas de población, advirtiéndonos de las dificultad
es de tesorería que tendrá la hacienda pública dentro de treinta años, o cosas por el estilo. Tal vez sea porque incluso los sectores que antaño se autodenominaban progresistas han ido asumiendo este convencimiento -esto es, han ido percibiendo el nulo margen de actuación que un futuro así entendido les dejaba- por lo que sus propuestas han ido girando, de manera creciente, hacia el pasado. Como si no quedara más proyecto posible que el de mantener lo mejor de lo que hubo. Como si nada otro (que no sea terrorífico) pudiera ser pensado. Según parece, la esperanza pasó de largo ante nosotros sin que nos diéramos cuenta: ahora, algo tarde, debemos aplicarnos a salvar aquello que era, sin nosotros saberlo, nuestro único horizonte. Se comprende que recordemos mal: la atmósfera del pasado está francamente enrarecida.
Manuel Cruz. Hacer cosas con recuerdos. Sobre la utilidad de la memoria y la utilidad de rendir cuentas. Katz Editores. Buenos Aires, 2007.Finales de enero de 1939. En algún lugar indeterminado, durante un errático itinerario hacia la frontera. Los miembros de la Junta Central de Defensa Pasiva posan juntos por última vez, antes de dejar de ser funcionarios, para convertirse en exiliados. En su dietario, Parera habia dejado escrito:
Dimarts, 24
Els caps de secció tots vam decidir que el nostre deure era seguir l'evacuació amb la resta del Govern de la Generalitat.
Vam cridar i reunir tots els membres del personal i els vam exposar la situació i vam expressar que la Junta com a entitat no podia fer-se càrrec d'evacuar a cadascuns dels emplats.
Alguns van explícitament expressar que pensaven quedar-se. Independentment de la seva decisió, es va pagar la mesada (144,05 pts). Això tingué lloc abans de la 1 del migdia.
El mateix dia 24 a les 14,15 en Davó em va telefonar i va indicar-me l'agreujament de la situació i que ens hem de veure de seguida. Jo me'n vaig anar a casa (que era a Salmeron, 50 de Gràcia, i a 5 minuts de la Junta) i em vaig despedir de la família. Del meu pare, de la meva promesa, Pilar Sanent, de la meva germana Joana. El meu pare i la Pilar vam donar-me tot el suport per la decisió de marxar.