Cinc d’Oros. 14.15h del 17 de Marzo de 1938. (Comisariat de Propaganda. AFB), Bajo ella, el mismo lugar, a la misma hora, en la actualidad (febrero de 2007)
Es una revelación cotejar el don Quijote de Menard con el de Cervantes. Este, por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, noveno capítulo).
…la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el «ingenio lego» Cervantes, esa enumeración es un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe:
…la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.
La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William James, no define la historia como una indagación de la realidad sino como su origen. La verdad histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales –ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir- son descaradamente pragmáticas.
También es vívido el contraste de los estilos. El estilo arcaizante de Menard –extranjero al fin- adolece de alguna afectación. No así el del precursor, que maneja con desenfado el español corriente de su época.
Jorge Luis Borges
Pierre Menard, autor del Quijote
Ficciones, 1944
Pierre Menard, autor del Quijote
Ficciones, 1944
Cuando salgo a refotografiar las fotografías que suelen aparecer aquí, me acuerdo de este fragmento de Borges. Esto, a su vez, me ayuda a recordar qué estoy haciendo, cargado con la cámara, el trípode (no siempre, la verdad) y un cuaderno con repros de fotos viejas y anotaciones, en algún rincón, a menudo con pocas espectativas, y mucho menos fotográficas. En esos momentos, proporciona cierto amparo sentirse un pequeño Pierre Menard, que ha decidido refotografiar fotografías, en lugar de reescribir novelas. El esfuerzo es fácilmente traducible. El estilo arcaizante del que habla Borges se convierte en un volver incesante a un lugar, hasta dar con las coordenadas y la hora exactos desde los que cierto predecesor obtuvo su fotografía. Es como reescribir un párrafo hasta dar con la palabra y la caligrafía utilizadas con el desenfado del español corriente de una época para describir, por ejemplo una casa destruida por una bomba, junto con varios de sus ocupantes. Si en cada uno de esos lugares hubiera una papelera, estaría llena de fotografías arrugadas y con borrones.
No he sido el único en emular a Menard, mientras él, a su vez, emula a su predecesores desde las mismas coordenadas. Han habido, y hay, muchos que cultivan este género desde unas coordenadas, a veces no tan parecidas. Todos, como Menard, me han ayudado a definir mi trabajo. Irán apareciendo poco a poco, en próximas entregas de esta serie.
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