En blanco y negro, la tripulación del porta-aeronaves británico HMS Argus, en formación sobre la cubierta para saludar al rey Jorge V, durante su visita a la flota en Firth, Escocia, en noviembre de 1918. Bajo esta imagen, en color, el ferry italiano GNV Azzurra -con capacidad para 2018 pasajeros, que, en el momento de escribir estas líneas, ha sido fletado por el gobierno español y se encuentra atracado en el puerto de Tarragona.
Fotomontaje © Ricard Martínez, 2017.
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Durante la Gran Guerra, la marina británica desarrolló un particular tipo de camuflaje naval, denominado dazzle -deslumbrante en inglés-, que fue adoptado, tanto por buques de guerra, como por navíos mercantes. Con frecuencia, se atribuye el origen de esta técnica al Cubismo, cuando, en realidad derivó del Vorticismo, un movimiento vanguardista británico, influido por el Futurismo y el mencionado Cubismo.
Este recurso fue creado por el artista británico Norman Wilkinson (1878 – 1971). Las naves camufladas en dazzle eran pintadas con unas llamativas franjas discordantes. La eficacia de esta estrategia quedó bien demostrada, pues, a pesar de que los barcos dazzle eran atacados con mayor frecuencia que los pintados de manera convencional, el enemigo erraba el tiro más a menudo ante esos blancos desconcertantes.
La intención de esta deslumbrante apariencia no era, por lo tanto, ocultar unas inmensas estructuras flotantes de miles de toneladas de peso, coronadas por chimeneas humeantes. Más bien al contrario, la estrategia pretendía desorientar al enemigo, a la hora de determinar su velocidad y dirección.
Este recurso fue creado por el artista británico Norman Wilkinson (1878 – 1971). Las naves camufladas en dazzle eran pintadas con unas llamativas franjas discordantes. La eficacia de esta estrategia quedó bien demostrada, pues, a pesar de que los barcos dazzle eran atacados con mayor frecuencia que los pintados de manera convencional, el enemigo erraba el tiro más a menudo ante esos blancos desconcertantes.
La intención de esta deslumbrante apariencia no era, por lo tanto, ocultar unas inmensas estructuras flotantes de miles de toneladas de peso, coronadas por chimeneas humeantes. Más bien al contrario, la estrategia pretendía desorientar al enemigo, a la hora de determinar su velocidad y dirección.
El carguero estadounidense SS Lake Winoorski (autor no identificado/LOC) sobre una imagen del ferry italiano GNV Rhapsody. Estos días se encuentra atracado en el puerto de Barcelona, para alojar una parte de los agentes de policía y guardia civil desplazados a Catalunya -según las compañías navieras, los tres ferrys tienen capacidad para un total de 6266 pasajeros-.
Fotomontaje © Ricard Martínez, 2017. |
Nos encontramos en este momento en una situación muy delicada. Partidos, que llevan años practicando unas desmesuradas políticas de recortes económicos, sociales y de derechos civiles, pintan, como camufleurs, sus naves con motivos fulgurantes, que, a menudo, ocultan su ruta.
Convendrá, por tanto, ejercer una mirada crítica sobre rumbo de todos esos navíos deslumbrantes. Pero, sobre todo, ser conscientes de hacia dónde queremos dirigirnos nosotros, para no convertirnos en la carne que alimenta y a la que, al mismo tiempo, hieren los silenciosos cañones que ocultan esas embarcaciones.
A la izquierda, el buque estadounidense de transporte de tropas SS Leviathan, con camuflaje dazzle, en una postal de época sin fecha. La imagen se solapa con una fotografia en color del ferry italiano Moby Dada, atracado en el puerto de Barcelona (Ricard Pérez / ACN) .
La tropa de funcionarios que actualmente se aloja en el interior de las tres mencionadas naves modernas, constituye el argumentario político desplegado por el Estado español para impedir el referéndum y las movilizaciones ciudadanas del 1-O.
Fotomontaje © Ricard Martínez, 2017.
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