Detalles. Historia Natural de Figueres

Episodios de la Guerra. Cosecha de Muerte. Gettysburg, julio de 1863. Thimothy H. O’Sullivan. Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

“Lo más sorprendente, a parte de su progresivo hinchamiento, es la cantidad de papeles esparcidos alrededor de los muertos. Su postura final, antes de un eventual entierro, depende de la localización de los bolsillos en el uniforme. En el Ejército austríaco, estos bolsillos están en la parte trasera de los bombachos y los muertos, al poco tiempo, yacen todos boca bajo, con los bolsillos traseros del revés y, esparcidos a su alrededor, en la hierba, todos los papeles que habían contenido.”
Ernest Hemingway. Una Historia Natural de los Muertos.


En las fotografías de Deschamps, Figueres tiene el aspecto de los alrededores de un soldado muerto.
Figueres
. Albert Louis Deschamps (CDMH)
ES.37274.CDMH/1.40.3//FOTOGRAFIAS-DESCHAMPS,FOTO.31.

Lo hemos visto en las entregas anteriores de los detalles de la serie Patrimoni, y lo volvemos a ver en esta. La última, por cierto. Las calles están sembradas de objetos sin valor y papeles. En esta fotografía, fuera del cuadro y tras el fotógrafo se encuentra el Ayuntamiento. Seguramente estos papeles han salido de allí. Bien, en cualquier caso, no han salido solos. De hecho, parecen dibujar un rastro que se pierde por la izquierda de la imagen, en dirección a Francia.

Al fondo, un anciano avanza hacia nosotros. Un niño le adelanta corriendo. Falta una tercera persona para completar un cuadro casi bíblico de tres generaciones. A estas alturas debe estar huyendo, preso o muerto.

Unas mujeres y unos niños se asoman a un balcón. El infantil aburrimiento con que los niños se apoyan en la baranda da a la escena un sorprendente carácter de normalidad. No obstante, se sigue echando en falta un fugitivo, un cautivo o un difunto.

Sobre ellos, un agujero recuerda que les ha ido de poco.

Una casa reventada, como el bolsillo trasero de un uniforme austríaco. En el interior aun cuelgan dos cuadros. Por el tamaño podrían ser fotos. Su presencia daría para iniciar una descripción dramática, pero el batiente de la puerta, aún en su sitio, da a todo un aspecto mas bien grotesco.

Un camión acaba de pasar ante lo que faltaba de la casa, convertido ahora en una montaña de escombros. Va en dirección a la Jonquera, seguramente al puesto fronterizo de El Pertús, a recoger el contenido abandonado de más bolsillos reventados. Pero se ha detenido. La puerta abierta del conductor así lo indica.

Al principio de la carretera, en la Rambla, había un surtidor de gasolina. Había otro más adelante, al final de una cuesta. Antes de llegar allí estaban las pilinguis. A veces algún camión se quedaba sin gasóleo antes de llegar al último surtidor y tenía que pedir ayuda a aquellas señoritas para que le empujasen. El anciano que mira la imagen, en esta foto, aun se debe reír cuando lo recuerda, como se reía mientras me lo explicaba.

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