Los escombros que aparecen en la imagen habían constituido las casas número 1, 3 y 5 de la Calle Corríbia, en la confluencia con la plaça Nova. Estas viviendas fueron destruidas por los ataques del 30 de enero de 1938. (© John Langdon-Davies, 1938 Archivo Sant Feliu de Guíxols. Fondo John Langdon-Davies)
Ese día resultaron derribados más edificios de la zona. En este plano podemos ver el área afectada. Superpuesto a todo ello, el punto de vista que ocupaba John Langdon-Davies en el momento de obtener su fotografía. (fuente: Junta Local de Defensa Pasiva. Arxiu Municipal Administratiu de Barcelona)
Tras la guerra, se reformó toda la zona. Por un lado, se recuperó la idea de abrir -aunque de forma parcial- una de las vías que, a través del casco antiguo de la ciudad, proponía Ildefonso Cerdà en su proyecto de ensanche de Barcelona de mediados del siglo XIX. Por otro lado, la operación permitiría poner al descubierto una parte de las murallas sobre las que se apoyaban algunas edificaciones. Así se seguía completando esa creación del siglo XX llamada Barrio Gótico.
No puedo evitar hacerles una sugerencia. Tras apreciar in situ las causas y los efectos de esta reforma urbanística, les propongo que crucen la Vía Laietana, rebasen el Mercado de Santa Caterina y se adentren en un paisaje que no ha necesitado de ningún bombardeo para justificarse.
No puedo evitar hacerles una sugerencia. Tras apreciar in situ las causas y los efectos de esta reforma urbanística, les propongo que crucen la Vía Laietana, rebasen el Mercado de Santa Caterina y se adentren en un paisaje que no ha necesitado de ningún bombardeo para justificarse.
Retrato de John Langdon-Davies durante un mitin a favor de la República, en Nueva York, el 13 de enero de 1938. Unos días después, de vuelta en Barcelona, obtendría la fotografía que encabeza esta entrada. (Arxiu Sant Feliu de Guíxols. Fondo John Langdon-Davies (procedencia: Patrícia Langdon-Davies) Autor desconocido. Reg. 12865.)
John Langdon-Davies, escritor y ensayista británico, mantuvo dos grandes relaciones. Un affaire con el siglo XX. Por eso, no faltó a ninguna de las citas importantes con su época. Y un romance con Catalunya, que le hizo volver una y otra vez, hasta poco antes de su muerte, en 1971. Veinte años después, Miquel Berga escribió su biografía.
Cuando estalló la Guerra, él llevaba ya unos años entre Inglaterra, los Pirineos, Estados Unidos y la Costa Brava. Esta situación orbital, alternada con innumerables aterrizajes profundos, le permitía percibir los hechos violentos que aquí se estaban produciendo con una dolorosa y alta resolución. Pero también le habilitaba para analizar estos acontecimientos con la nitidez de una, hasta cierto punto, sosegada perspectiva. Y todo ello, sin dejar de tomar partido.
Estas percepciones y meditaciones eran publicadas con rigurosa rapidez. En noviembre de 1936 aparecía Behind the Spanish Barricades. Escrito a partir de las experiencias como corresponsal para el News Chronicle, entre mayo y setiembre de aquel año.
En 1938 publicó Air Raid, del que ya he escrito, sobre los bombardeos realizados sobre Barcelona en marzo de ese mismo año. Ese mes había llegado a Barcelona con el objeto de realizar gestiones para un programa de apadrinamiento de niños refugiados que había resuelto iniciar unos meses antes. Después de su estancia entre mayo y setiembre de 1936, había regresado a Barcelona en enero de 1937. Para entonces la situación había cambiado. Ya no había barricadas, ni gasolina. La Vía Laietana se había convertido en Vía Durruti. Todas las ventanas estaban cruzadas por cinta de papel engomado. Tiritas contra las bombas.
También se encontró con muchísimos refugiados en una situación dramática. Es entonces cuando decidió fundar una organización que hoy llamaríamos ONG.
“El objetivo es organizar unas colonias para las criaturas refugiadas españolas procedentes de las regiones en guerra, mantenidas por padres adoptivos ingleses (...) El padre adoptivo asegura la cantidad de una libra al día durante un año, suma que cubre los gastos de mantenimiento de una criatura. A la recepción del primer pago, se elige un niño entre los miles de huérfanos que constan, y en su día, el padre adoptivo recibe un informe con el nombre, la edad y un breve historial sobre las características del niño, acompañado de una fotografía. Se explica claramente a los niños quien los mantiene y de qué manera, a la vez que se les anima a escribir a los padres adoptivos. El padre adoptivo, por su parte, recibe un boletín mensual de los organizadores de España, así como noticias, cartas, dibujos, etc., con cierta frecuencia. Se pide que los padres adoptivos envíen fotografías, cartas, algún detalle de vez en cuando y, si es posible ropa. De esta manera, los niños que han perdido todos los vínculos personales notan la existencia de un amigo, en lugar de alguien que les hace caridad. Esta es la clave del programa de los padres adoptivos.”
Esta organización, de nombre tan sencillo, se extendió con rapidez por Inglaterra, Australia y Estados Unidos. Actualmente continua su actividad, aunque con una denominación aun más simple.
Volvamos a la foto de la plaça Nova. Para la instalación Runa había querido utilizar esta imagen no solo por una cierta simpatía con su autor. Se trata del lugar de Barcelona que más ha sido modificado como consecuencia de un bombardeo. Además es uno de los mas frecuentados de la Ciudad. Dado que la fecha de inauguración de Runa coincidía con las fiestas de la Mercè, opté por no colocar la foto en su lugar, el centro de la, ahora expandida, plaça Nova, porque estaba previsto realizar allí conciertos durante aquellas fechas. En lugar de eso, preferí buscar el más que significativo apoyo del Colegio de Arquitectos.
Me costó mucho convencerme de que debía descartar esta pieza por un recorte en el presupuesto.
Cuando estalló la Guerra, él llevaba ya unos años entre Inglaterra, los Pirineos, Estados Unidos y la Costa Brava. Esta situación orbital, alternada con innumerables aterrizajes profundos, le permitía percibir los hechos violentos que aquí se estaban produciendo con una dolorosa y alta resolución. Pero también le habilitaba para analizar estos acontecimientos con la nitidez de una, hasta cierto punto, sosegada perspectiva. Y todo ello, sin dejar de tomar partido.
Estas percepciones y meditaciones eran publicadas con rigurosa rapidez. En noviembre de 1936 aparecía Behind the Spanish Barricades. Escrito a partir de las experiencias como corresponsal para el News Chronicle, entre mayo y setiembre de aquel año.
En 1938 publicó Air Raid, del que ya he escrito, sobre los bombardeos realizados sobre Barcelona en marzo de ese mismo año. Ese mes había llegado a Barcelona con el objeto de realizar gestiones para un programa de apadrinamiento de niños refugiados que había resuelto iniciar unos meses antes. Después de su estancia entre mayo y setiembre de 1936, había regresado a Barcelona en enero de 1937. Para entonces la situación había cambiado. Ya no había barricadas, ni gasolina. La Vía Laietana se había convertido en Vía Durruti. Todas las ventanas estaban cruzadas por cinta de papel engomado. Tiritas contra las bombas.
También se encontró con muchísimos refugiados en una situación dramática. Es entonces cuando decidió fundar una organización que hoy llamaríamos ONG.
“El objetivo es organizar unas colonias para las criaturas refugiadas españolas procedentes de las regiones en guerra, mantenidas por padres adoptivos ingleses (...) El padre adoptivo asegura la cantidad de una libra al día durante un año, suma que cubre los gastos de mantenimiento de una criatura. A la recepción del primer pago, se elige un niño entre los miles de huérfanos que constan, y en su día, el padre adoptivo recibe un informe con el nombre, la edad y un breve historial sobre las características del niño, acompañado de una fotografía. Se explica claramente a los niños quien los mantiene y de qué manera, a la vez que se les anima a escribir a los padres adoptivos. El padre adoptivo, por su parte, recibe un boletín mensual de los organizadores de España, así como noticias, cartas, dibujos, etc., con cierta frecuencia. Se pide que los padres adoptivos envíen fotografías, cartas, algún detalle de vez en cuando y, si es posible ropa. De esta manera, los niños que han perdido todos los vínculos personales notan la existencia de un amigo, en lugar de alguien que les hace caridad. Esta es la clave del programa de los padres adoptivos.”
Folleto explicativo de Forsters Parents Plan (Archivo personal de Patrícia Langdon-Davies. Citado por Miquel Berga)
Esta organización, de nombre tan sencillo, se extendió con rapidez por Inglaterra, Australia y Estados Unidos. Actualmente continua su actividad, aunque con una denominación aun más simple.
Volvamos a la foto de la plaça Nova. Para la instalación Runa había querido utilizar esta imagen no solo por una cierta simpatía con su autor. Se trata del lugar de Barcelona que más ha sido modificado como consecuencia de un bombardeo. Además es uno de los mas frecuentados de la Ciudad. Dado que la fecha de inauguración de Runa coincidía con las fiestas de la Mercè, opté por no colocar la foto en su lugar, el centro de la, ahora expandida, plaça Nova, porque estaba previsto realizar allí conciertos durante aquellas fechas. En lugar de eso, preferí buscar el más que significativo apoyo del Colegio de Arquitectos.
Me costó mucho convencerme de que debía descartar esta pieza por un recorte en el presupuesto.
Quiero agradecer a Patricia Langdon-Davies, viuda del escritor, y a Maria Àngels Suquet y Marc Auladell del Archivo de Sant Feliu de Guíxols su colaboración para la elaboración de este escrito.