Antonio Anson escribe sobre fotos. Sigue una muestra. Está extraída de El Limpiabotas de Daguerre, publicado en Murcia, en 2007. Le quería pedir un fragmento de su libro para acompañar alguna foto de este blog, pero, el muy astuto, se me ha adelantado.
A cambio, le tomo prestado este otro capítulo sobre los zapatos.Os lo pongo a continuación, como un injerto y, al final vuelvo para contaros el fruto que he recogido de este cruce.
A cambio, le tomo prestado este otro capítulo sobre los zapatos.Os lo pongo a continuación, como un injerto y, al final vuelvo para contaros el fruto que he recogido de este cruce.
Unos zapatos
Quién iba a imaginar, en un principio, la incuestionable relevancia que tendrían en el curso de la historia de la fotografía. Gracias a unos zapatos fue posible la primera imagen fotográfica que conservamos del hombre. El azar dispuso que una de sus ocupaciones más modestas lo sustrajera del tiempo para conducirlo al otro olvido, mayor incluso, de la Historia temporal: el limpiabotas del boulevard du Temple.
A través de los zapatos intuimos la convicción de los personajes, la indumentaria que los prolonga, su actitud visual y vital a la postre. Para el que no los tiene denotan, además de precariedad, atónita desventura e indefensión terrenal, transparencia: pues el que posa descalzo lo hace sobre el suelo, abiertamente, sin auparse a ningún sitio.
Consumiendo las suelas y los días
Recuerdo una fotografía en la que cientos de zapatos aparecían amontonados, enmudecidos: cientos de mañanas acalladas en un campo de exterminio. Afirman, en cualquier caso y para siempre, una pertenencia carnal: los zapatos que Robert Doisneau fotografió en el vestuario del Central Sporting Club (1954), los de García-Alix, que de forma reveladora le sirven de autorretrato, se adelantan al cabo, murmuran el modo decidido y voraz en cómo van consumiéndose las suelas, y los días.
Unos zapatos vacíos son un hueco inalienable. Podemos ocupar prendas que han tenido aliento y conservan ademanes propios. Pero los zapatos adoptan el modo del caminar, la pesantez real del paso del hombre, del propietario de ese camino. Los zapatos perpetúan el desvanecimiento del que anda, y se deforman bajo el perfil personalísimo de un tiempo recorrido: por eso es imposible usar otros zapatos, otro tiempo que no sea el que nos pertenece.
Antonio Ansón. El limpiabotas de Daguerre. Centro Municipal Puertas de Castilla. Murcia, 2007.
Refotografiar es el género fotográfico del que se nutre Runa. Consiste en colocar la cámara en el mismo lugar en que lo hizo otra persona antes que tu. Para ello, has tenido que poner tus pies -y tus zapatos- exactamente el el mismo lugar en que lo hizo tu predecesor en esas coordenadas. Visto así, la foto que puedas hacer se convierte en un producto subsidiario de esa visita; un testimonio de que tu también estuviste allí. Por eso, he rebautizado esta metodología como arqueología del punto de vista.
Runa, sencillamente, transmite la oportunidad a otros sujetos, contemporáneos míos, de poner sus zapatos en el mismo lugar en que lo hizo alguien antes, durante unos acontecimientos dolorosos para las personas y transcendentales para el Estado.